El precio de tener el cerebro en infarto constante.
La desazón de encontrar zapatos nuevos bajo el sommier.
El desencanto de tomar el te amargo y frío.
La derrota de saber que la muerte entra por los pies.
La ilusión de escuchar respuestas en tu sordera autoinfligida.
El karma de comprobar que soy una vez de cal, luego de arena.
El sigilo de velar con ternura tus terrenos regalados.
El parto sorpresivo de alumbrar desamor en cada cena.
El calvario de luchar con pasión causas perdidas.
El sacrilegio de entregar el alma en manos de un verdugo.
La tertulia de inventar artificios para tu diversión infantil.
La venganza de caerme fuera de tu amor a tus espaldas.
domingo, 15 de marzo de 2009
Poesía sin predicados
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