sábado, 15 de octubre de 2011

De autopsias y amor

Creo que hoy me vuelvo un cliché al desatar esta sucesión de ideas y empezar por decir que es difícil el amor cuando uno desconoce de lo que realmente se trata. Más difícil aún es tratar de asignarle un significado universal a algo que sentimos individualmente por separado en momentos diferentes y de miles maneras y punto y aparte sin comas, sólo puntos suspensivos cuando acaba para sentir la saliva salada de lágrimas y gusto a sangre. Qué volátil el amor que está ahí para luego perderse en la atmósfera cortante de un adiós a veces recíproco, más veces no pero aún lleno de razones validadas por acciones o la falta de ellas. Y más arduo el trabajo de no doblegarse ante el asomo de esas promesas desesperadas de reconciliar todo eso que una vez fue el motivo del quiebre y que se cataloga de una deficiencia en la alineación temporal de los deseos propios en relación con las metas compartidas. A veces pienso que haría falta el veredicto de un examinador que se encargue de llevar a cabo el análisis de las causas del deceso de esa vida en común una vez que los cuerpos y más que nada el corazón se hayan enfriado en la morgue de la soledad mutua.