No tenía piernas sino rascacielos.
Y yo moría por escalar los 53 pisos que me separaban de su azotea.
Era tan bonita que me dolían los ojos.
Era tan inalcanzable que me subí a sus hombros para arrancarle un beso.
Y me alquiló un cuarto en su quinto infierno.
Y me mató tres noches seguidas.
jueves, 25 de junio de 2009
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