miércoles, 22 de abril de 2009

Ballerina

Abrí la mano y la vi girar. Era tan liviana que levitaba leve y tibia. Brillaba de un rosa pálido, casi incandescente. Tropezó en la línea de la vida y ahogo una carcajada en sus dedos de ninfa fantástica y fabulosa. Su vasto vestido volaba su vuelo de ave en desvelo. Calcaba sus muslos maleables y magros. Cada contracción crujiente. Cada extensión exuberante. Se sentó a descansar en mi palma desnuda. Sutil testaruda me negaba sus ojos. “Tengo una vida para vigilar tu sonrisa”. Cerré la mano y la bailarina quedó en mi piel.

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