Florencia que asoma al recuerdo en el peso similar de un par
de cortinas en el regazo mientras les coso las arandelas. Y pincharme el dedo gordo
varias veces con la aguja porque buscar un dedal en el costurero es una pérdida
de tiempo como lo fue intentar protegernos del amor. Si éramos las apasionadas,
salidas de un cuento y en esa época sí que leíamos. También visitábamos museos
y bares de viejos. Podríamos haber fundado una nueva generación de los 30 pero
qué pereza ser tan novel y tan joven. Vos querías viajar porque ya habías
conocido los besos internacionales y yo quería glamour nomás. Y así nos
perdimos el rastro, el dibujo familiar de nuestros rostros al alba y asociar tu
perfume a tu pelo ligeramente engrasado de tan fino como tus brazos, como todas
tus extremidades de alambre. Florencia sí
que me empujaste a escribirte poesía que ahora se perdió pero que irrumpió hoy
como el agua de un caño roto en esta habitación vacía y seca. Te volvería a
buscar pero esta vez no fumaríamos tantos cigarrillos.
domingo, 22 de marzo de 2015
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